Por: Zaira Italia García Gijón.
La primera escuela de medicina tradicional en Oaxaca se inauguró en Capulalpam de Méndez, con la presencia de la Autoridad municipal, el comisariado de bienes comunales, la colaboración de la Alianza de Mujeres Indígenas en México, la secretaría de asuntos indígenas en México y la secretaría se asuntos indígenas de Oaxaca.
La inauguración se realizó bajo el escenario del árbol el sabino, reconocido por toda la comunidad, fue una ceremonia donde le ofrecimos a la madre tierra mucha energía, amor y paz por medio de las cosas que fuera su intención ofrecer, para que comenzará este proyecto y pudiese concluir de la mejor forma.
Al concluir la ceremonia de inauguración el grupo se fue a la primera clase de medicina tradicional donde como grupo pudieron conocerse, poner reglas de respeto, conocer a las personas con las cuales iban a crecer en este proyecto y a su vez ir cambiando en conjunto.
La escuela de medicinal tradicional comenzó siendo un lugar vacío en espíritu solo como sillas, pero con cada clase lo que le ponía la luz era la pasión, sabiduría y amor de la maestra, y la energía de cada alumna y alumno.
Era increíble sentir la energía en este nuevo proyecto y nunca se imaginaba todo lo que estaba por llegar a sus vidas, lo mucho que cambiaría cada uno de las y los alumnos cada clase, cada enseñanza, cada paso hacía la espiritualidad, la sanación, el amor propio, el perdón.
En la primera clase se descubrió mucho de cada uno del grupo, la tarea de reconocerse en las flores que más les atraía y gustaba, al analizar la elección se describieron a sí mismos, ya que todo tenía en ese momento un motivo de ser y el grupo aprendió que nada es una casualidad si no una causalidad, de esa forma también se entendió que el estar en ese momento en la escuela de medicina tradicional era parte del camino de cada uno, ¿para qué? Esta es una respuesta que cada integrante comprendió con el tiempo.
Clase con clase, al descubrir como la naturaleza era parte de todo ser humano y al descubrise así mismos se desconectaban poco a poco de lo que es banal y empezaron a valorar lo esencial, en cuanto pusieron atención a las cosas que la vida siempre había brindado y antes no se daban el tiempo de valorar, observar y disfrutar, cada día siendo más conscientes, cambiaron. Y esto los hizo seres con muchísima paz, su energía había cambiado y crecían, realmente se transformaron… como cuando la oruga sabe que llega el momento de trascender y se convierte en una mariposa para poder volar a donde quiera, con mucho tiempo, paciencia y sabiduría.
En una clase trabajaron con flores y un dibujo muy particular, el cual era regalarse flores, pedirse perdón por cada insulto que alguna vez se hubiesen hecho, y, a regalarse palabras de amor, ya que una frase fundamental de la escuela era:
“Para poder sanar a otras personas, tenemos que sanarnos a nosotros mismos”
Y al escucharlo sonaba muy claro pero el hacerlo fue lo que más tiempo llevó, sin embargo, después de todo este trabajo, percatarse de la verdad, ya que la manera en que cada uno se desenvolvía fue cambiando poco a poco y así podrían comenzar las prácticas para la sanación con el entorno.
La escuela de medicina tradicional cambió vidas y lo hizo de tal forma que cada alumno estaba preparado para poder sanar después de un gran trabajo con su ser.